Bajemos hasta allá, rocemos con nuestros pies, lo que nuestra alma ya rozo hace tiempo: el glorioso suelo ubicado a 492.125,98 pies bajo el nivel del mar. Me encanta. Este éxtasis, esta soledad inexplorable, mi cuerpo es de aquí. Estoy segura de ello. Es del delgado manto que cubre la calavera del mundo.
1 comentario:
Cuánta paz debe haber allá abajo. Seguro que el espíritu se hace inmenso, quizá hasta infinito.
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