Para Ezkethu-el hombre diluido:

Me he dado cuenta que no escribo, cojo a tientas las palabras, como un ciego que pide limosna y los hombre de sombrero me la tiran desde arriba, así las busco entre una inmensa niebla negra, en la que solo veo sombras... vientos, silencios, entonces mientras la mas misera de las personas me mira desde al frente de la calle, burlándose de mi ceguera, yo no pido nada, pido quizás mas niebla...

Me he dado cuenta que no camino, sino divago, sí, mis pasos divagan como entre espejismos, de sed mi cuerpo muere, mientras mis pies buscan el oasis, entonces mientras más vueltas doy, mientras más camino, mientras mas conozco, más entiendo que no busco nada, que debería dejar de divagar, pues más sed me da el caminar sobre esas desiertas calles llenas de nada, que gimen de dolor cada vez que ven mis ojos llenos de arena.

Me he dado cuenta que no hablo, sino suelto vocablos al tiempo, tan vano, suelto vocablos que antes han sido formados, que una vez estuvieron en duda, si existir o no, si ser lenguaje o ser idioma, no sé, quizás me sintiera mejor hablando quechua; no sé, cada estación en la que paro les pregunto, les respondo, pero no digo nada, mi alma permanece callada, pero ellos toman por sentado que me estoy expresando, no lo hago.

Me siento entre las palabras, las vaceo en mi boca, y como los números de la tinka salen por azar, salen en una carrera desenfrenada como si huyeran de mis labios, luego me dicen que las torturo, las encierro, no es cierto, es el azar.

Me he dado cuenta que mi corazón es plano, es como un mapa echado pero sin una sola linea que lo traze, no sé, pero me resultaría extraño que alguien entienda cual es el camino, y sí es que hay uno, cuál es el destino, porque de que más puede servir un mapa si no es para llegar a algún lugar. Mi corazón era un mapa de algo, ahora se borraron las lineas, por viejas, por tristes, por que solo llevaban al vacío, por que nadie las quería recorrer.

Plano, cuyos bordes acuosos no demuestran límites si no imaginación, pueden quizás extenderse hasta el fin de mi cuerpo, pueden ocupar el espacio de mi cerebro, pueden convertirse en carreteras hacia mi alma, y se que llegara el día en el que se arrugue como buen papel que es, y puede también que se vuelva cenizas, más precisamente restos de un papel que no le tenía miedo al fuego.

Me he dado cuenta que no soy poeta, porque no escribo, no hablo, no camino y mi corazón al contrario de los poetas no esta hecha de músculo y sangre , si no de papel.